«Sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná... lo hizo para enseñarte que la gente no vive sólo de pan, sino que vivimos de cada palabra que sale de la boca del Señor».
-Deuteronomio 8.3 (NTV)
En los creyentes, la humillación que proviene de Dios produce humildad, pues nos hace totalmente dependientes de sus promesas.