Es muy probable que al leer el título de esta entrada, te hubieras preguntado: «¿Acaso no se habrá equivocado? ¿No habrá querido decir ‘plantar iglesias’ en lugar de ‘cosechar iglesias’?». Pero no, esta no es una equivocación. Cosechar iglesias es, al final de cuentas, el resultado natural de un proceso previo. Un proceso completamente bíblico que, si el Señor lo permite, explicaré en esta serie de publicaciones.
Pero antes de seguir adelante, déjame decirte que este no es un concepto mío. Uno de mis tíos me ayudó a comprenderlo, y desde entonces lo atesoro en mi corazón.
Un día, mientras hablábamos acerca de la plantación de iglesias, él me dijo:
«¿Sabías que nosotros no deberíamos estar hablando de plantar iglesias? En realidad, nuestro trabajo consiste en sembrar la Palabra, cultivar discípulos, para que al final podamos cosechar iglesias.»
Yo no sé lo que sucedió en tu corazón al leer estas palabras, pero en aquella ocasión, fue como si alguien hubiera arrojado una gran luz sobre todo lo que yo había aprendido sobre «plantar iglesias», y comencé a revisar la Palabra (especialmente el ministerio del apóstol Pablo) a la luz de estos tres principios. Por ejemplo, al analizar los viajes misioneros del apóstol, comencé a preguntarme: «¿Qué era lo que él y sus colaboradores hacían?» Con Biblia en mano, las respuestas no tardaron en aparecer frente a mi:
- Ellos llegaban a todos los lugares donde el Espíritu Santo los había llevado y allí predicaban la Palabra con fidelidad. Ellos estaban sembrando la Palabra.
- Por la gracia de Dios algunos creían en esta Palabra, y entonces Pablo y sus colaboradores los instruían durante más tiempo hasta que pudieran ver los primeros frutos en su vida. Estaban cultivando discípulos.
- Luego, como resultado natural de los dos pasos anteriores, todas aquellas personas que habían puesto su fe en Jesucristo y que anhelaban vivir según sus enseñanzas, se unían para adorarle y para acompañarse unos a otros en este Camino. Surgieron entonces —de manera completamente natural— nuevas iglesias que, siguiendo nuestra analogía, estaban listas para ser cosechadas.
Pablo y sus colaboradores visitaron varios lugares siguiendo el mismo patrón. Pasado un tiempo regresaban para confirmar a los hermanos, y entre tanto, el apóstol les brindaba más instrucción a través de sus cartas y de sus colaboradores. Todo este trabajo también es absolutamente necesario, y debemos verlo como una extensión del cultivo, pero el trabajo básico se resume en los tres pasos anteriores.
Si el Señor lo permite, en las próximas semanas estaré compartiendo más detalles de este proceso. Por lo pronto, te recomiendo encarecidamente leer Hechos 13-20. Esto te servirá para confirmar lo presentado en esta breve introducción.