Cosechando iglesias: El proceso

Sembrar la Palabra, cultivar discípulos y cosechar nuevas iglesias, es sólo una manera de resumir un proceso más amplio que presentaré a continuación. Pero antes, permíteme aclarar un par de cosas:

  1. Cosechar iglesias es el fruto de un proceso espiritual, por lo tanto, la dirección del Espíritu Santo es absolutamente necesaria en cada etapa.
  2. Como todo proceso, cosechar iglesias lleva tiempo. Presentarlo de manera simple no significa que sea rápido. Algunas etapas llevarán semanas, otras, meses, e incluso alguna poco más de un año. Incluso hay algunas que deben repetirse varias veces antes de dar fruto.

Si cumpliste con la tarea de leer Hechos 13-20, habrás notado estas cosas. Si no, vuelve a leer prestando atención al papel del Espíritu Santo y al tiempo y empeño que Pablo y sus colaboradores dedicaron a esta labor.

Ocho pasos para cosechar iglesias

Ahora comencemos con las partes del proceso, que, a grandes rasgos puede dividirse en los siguientes ocho pasos:

  1. Integra un equipo de trabajo. El Señor ha dotado de dones a toda Su iglesia con el fin de edificarla. Esto también es necesario y útil en este proceso. Observa el ministerio de nuestro Señor Jesucristo y del apóstol Pablo, ellos identificaron, llamaron, capacitaron e integraron a otros como miembros de su equipo. ¿Hay alguna razón válida para no seguir su ejemplo?
  2. Investiguen la zona de trabajo. Este paso es fundamental para avanzar hacia el objetivo final, ya que es imposible predicar el evangelio de una manera eficaz sin conectar con la comunidad que se pretende alcanzar. Es mucho mejor elegir la semilla adecuada para el tipo de terreno, que tratar de forzar el terreno para que acepte la semilla que nos empeñamos en sembrar.
  3. Hagan nuevos contactos. Muchos quieren que este paso sea solamente de «evangelización», sin embargo, será mucho más efectivo compartir el evangelio con quienes han establecido cierta confianza. Después de esto, podrán compartir el evangelio de manera personal, o bien, en un grupo de estudio bíblico.
  4. Establezcan grupos de estudio bíblico. Este es el mejor espacio para que sus nuevos contactos conozcan el evangelio, pues al estudiar la Biblia semana a semana, ellos conocerán a Jesucristo a través de su Palabra, multiplicando las oportunidades de rendirse a Él; esto es mucho mejor que una «decisión» apresurada (y en muchos casos, hasta cierto punto, forzada) en una «conversación evangelística». Aquí también podrán acompañarlos e impulsarlos en su desarrollo espiritual.
  5. Incorporen a los nuevos miembros. Es necesario que todos aquellos que han entregado su vida a nuestro Señor y Salvador Jesucristo se incorporen como miembros de la nueva iglesia (aunque ésta se encuentre todavía en formación). Este compromiso sienta las bases de la nueva comunidad y ayuda a los nuevos creyentes a ocupar su lugar en ella.
  6. Entrenen nuevos líderes. Aunque ya cuentan con un equipo humano activo para esta labor, tú y tu equipo deberán seguir identificando, llamando, entrenando e incorporando nuevos líderes que les ayuden en el trabajo. Con más nuevos líderes, la nueva iglesia se fortalece significativamente, al tiempo que se impulsa aún más al crecimiento espiritual de los nuevos creyentes.
  7. Inicen cultos de adoración. Muchos comienzan con esto, sin embargo, el culto de adoración debe ser una respuesta a la necesidad que los nuevos creyentes tienen de adorar a Jesucristo junto con otros que también aman al Señor. El culto sólo debe comenzar una vez que les hemos instruido acerca de su importancia y la manera correcta de llevarlo a cabo.
  8. Den estructura a la nueva iglesia. La nueva iglesia debe adoptar una estructura bíblica que le permita administrarse a sí misma bajo los preceptos de Dios y le facilite y le impulse para seguir alcanzando a su comunidad con el evangelio, y aún, a repetir este proceso en otras comunidades.

En este punto quizá te estés preguntando: «¿Dónde ha quedado lo de sembrar, cultivar y cosechar?». Bien, sin la intención de ser minucioso, podemos decir que los pasos uno y dos conforman la fase de preparación (no del terreno, como muchos enseñan, sino principalmente de los sembradores y la semilla); el paso tres corresponde a la fase de la siembra; los pasos cuatro al seis son la fase del cultivo; y, por último, los pasos siete y ocho corresponden a la cosecha.

Si el Señor lo permite, seguiré compartiendo más detalles de cada paso del proceso; por lo pronto memoriza los ocho pasos y vuelve a leer Hechos 13-20 tratando de identificarlos.

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